9.4.08

I. Estado Mitológico

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CAPITULO I

IDEAS GENERALES SOBRE EL MITO Y EL ESTADO

1. Concepto y definiciones

La palabra "mito", procede de la voz griega "mythos" que significa "Fábula". Mito es el relato de algo maravilloso que se supone acontecido en un pasado muy remoto y casi siempre impreciso.

Los mitos pueden referirse a grandes acontecimientos heroicos que explican el origen, y sirven de fundamento, de una comunidad (Jasón, Teseo) o del género humano en general (Adán y Eva); pero bien puede referirse a fenómenos naturales, en cuyo caso se tiene el "mito alegórico" (los signos del zodíaco), los mitos solares o representar la personificación de seres sobrenaturales (dioses, ninfas, nereidas, sirenas, ángeles, arcángeles, demonios, etc.) cuyas acciones fantásticas revelan los sentimientos e ideas de los pueblos que las imaginaron.

A continuación citamos las siguientes definiciones que reflejan los conceptos expresados. Ragozin escribe: "Fenómeno de la Naturaleza que se representa, no como resultado de una ley natural, sino como acto de personajes divinos, o al menos, sobrehumanos, de poderes buenos o malos". Y la de Otfried Muller: "Acto inconsciente y necesario, por lo que el espíritu del hombre, incapaz de abstracción, consideraba todas las cosas bajo una forma concreta y viva".

Los mitos se encuentran en los pueblos arcaicos y en el antiguo paganismo de los griegos, los romanos, los egipcios, los hindúes, los hebreos, etc., y representan el balbuceo inicial de los pueblos, para expresar el inicio de su historia y sus concepciones animistas de las cosas de la Naturaleza y de la sociedad.

2. El mito y la religión

En su sentido original "el mito" es sinónimo de fábula; pero la fábula quedará relegada, como una simple especie literaria, para expresar acciones inverosímiles de los animales o las cosas. No contiene, como el mito, el trasfondo de una creencia, o de una idea de superioridad de un personaje de elevados "atributos" o propiedades.
Se ha considerado el mito como sinónimo de religión; pero ambos términos señalan dos objetos diferentes: comenzando por su origen, la religión se deriva del sentimiento y el mito de la imaginación, de la fantasía, cuando se invoca a Dios en una oración, habla el sentimiento; pero cuando imaginamos que la serpiente incita a Eva, para que convenza a Adán, de que coman de la manzana prohibida; entonces habla la fantasía. En otro aspecto, la religión tiende a crear un código moral y considera al dios como depositario substancial de la moralidad; en cambio, la idea mítica revela una acción grandiosa, fabulosa, sin que le interese su fondo.

3. El mito y la filosofía

La filosofía, que emergió del mito y la religión, desde la perspectiva del racionalismo absoluto, ha visto en el mito, el fracaso total del pensamiento. En este aspecto, Aristóteles (384-322 A.C.) dice "No vale la pena hablar de los que se sirven del mito"; y Hegel (1770-1831) por su parte escribe: "El uso del mito acusa, en general, una impotencia que no sabe manejar, todavía el pensamiento". Para la razón clásica el mito es una "quimera"; es decir, una ilusión o fantasía simbólica, que no puede ser sometida a las leyes o postulados del razonamiento lógico; por tanto, para la filosofía racionalista, el mito es la expresión elemental de los pueblos bárbaros.

Sin embargo, no se considera así, tan manida y tajantemente concluída esta cuestión, pues en la historia del pensamiento filosófico se ven los avatares de esta idea:

Los presocráticos descartaron el mito, porque se oponía al logos, a la razón: pero elevaron la razón sobre la base de previos mitos, terminando por enlazar los dos conceptos, por lo menos en el lenguaje.

Los sofistas diferenciaron el mito y el logos (la razón). Sin embargo, admitieron con mucha frecuencia, que el mito envolvía, muchas veces, la "verdad filosófica". Esta concepción de los sofistas fue adoptada por Platón (428-348 A.C.) quien consideró el mito, como un modo de expresar ciertas verdades que escapaban al razonamiento. De allí aparece que toda la filosofía de Platón esté planeada a base de mitos alegóricos: el mito de la caverna para exponer la teoría de las ideas; el mito del alma; el mito del devenir, etc. A esto aludía Aristóteles cuando rechazaba a los mitólogos.

Muchos escritores neoplatónicos estudiaron la naturaleza y la clasificación de los mitos, como la justificación filosófica del carácter divino de los mismos. Salustio (87-36 A.C.) en su libro "Sobre los dioses y el mundo", explicaba que los mitos pueden presentar a los dioses y sus opiniones, expresadas por los mismos dioses, en el mundo; e hizo la siguiente clasificación: mitos teológicos, físicos, psíquicos, materiales y mixtos.

Tomando en cuenta su gran valor pedagógico y explicativo, los mitos tuvieron, en la antigüedad y en la Edad Media gran aceptación. Pero a partir del Renacimiento se replantea un problema que ya se había analizado desde la antigüedad: el de si los mitos poseen un contenido verdadero o falso. Cabe afirmar que algunos escritores lo aceptan, mientras que otros lo rechazan de manera absoluta, alegando que la verdadera historia no tiene nada que ver con los mitos y las leyendas. Para estos pensadores el contenido del mito es falso y por lo tanto, el historiador debe limpiar de tales fantasías la historia que escriba. En este sentido se pronunciaron Voltaire (1694-1778) y todos los libre pensadores enciclopedistas del Siglo XVIII.

Sin embargo, algunos pensadores han llegado a la conclusión de que, los mitos tienen una "verdad histórica" y no se deben descuidar o ignorar cuando se trate de penetrar en el remoto pasado prehistórico de los pueblos; por lo que aunque los mitos tienen mucho de fantasía no se puede negar que constituyen un esfuerzo de interpretación de fenómenos sociales.

Juan Bautista Vico, en su "Ciencia Nueva", identifica el pensar mítico con el pensar político y es partidario de que los mitos contienen una verdad histórica. Vico fundamenta, racionalmente, esta aseveración al considerar que tal fenómeno es un "modo de pensar" que tiene sus características propias, y que expresa formas básicas de vida humana.

En el mismo sentido que Vico, se pronuncia el pensador alemán Federico Schelling, diferenciándose de aquel, en que a éste le atribuye contenidos místicos. El alemán opina que la mitología es una forma de pensamiento que indica uno de los modos de como se revela el absoluto en el proceso histórico; así dice: "El mito es revelación divina".

4. El mito y otras ciencias humanas

Los mitos han sido interpretados de diversas maneras por historiadores, sociólogos, etnólogos, antropólogos, psicólogos y filósofos. Según su respectivo criterio, indica que tales representanciones fantásticas, son "expresiones de conflictos incoscientes", o una "simbolización de fenómenos naturales" o bien una "proyección imaginaria de las estructuras sociales", etc.

a) Para la Etnología, el mito desempeña una función social: el mito primitivo es el relato de una historia fundamental y concreta del grupo o comunidad; de donde este agregado social, saca la justificación de sus ritos o cultos a dioses, héroes, y antepasados; con ellos verifican y consolidan su existencia en el tiempo; el origen cierto de su estirpe, sus leyes y sus tradiciones.

b) Para la teoría psicoanalítica, el mito pertenece al "mundo inconsciente", de lo irracional; delimitando así, las fronteras entre la razón y la fantasía, o la locura y la puericia; y, en consecuencia, una "lógica del inconsciente". En otro aspecto, el psicoanálisis ve en los mitos figuraciones de "complejos", deseos insatisfechos, traumas, frustraciones, generalmente de carácter sexual y de voluntad de poderío. Ejemplo: el totem es la imagen del "padre" o "protector". El Nagual protector de la tribu entre los indígenas americanos y deidades menores pertenecientes a grupos familiares.

c) Algunos historiadores -Moreau de Jonnes, entre ellos- se inclinan a ver, en el mito, hechos reales y positivos: leyendas sobre los dioses y los héroes; son relatos que se refieren a hombres que, efectivamente, existieron; dotados de facultades superiores para realizar hazañas inverosímiles y beneficiosas para los pueblos primitivos que los consagraron como divinidades; gozando también de esta identificación algunos animales.

d) La Antropología explica que, antes de la mitología, se encuentra, en la vida humana, el "mana" o animismo, reiteradamente encontrado, en los pueblos arcaicos como los de la Polinesia, Micronesia, Melanesia, etc. El "mana" es una fuerza, un influjo de orden inmaterial y hasta sobrenatural, que se revela por medio de la fuerza física, o por otra forma de poder o superioridad que el hombre posee; no estando fijo a un objeto determinado, y puede ser llevado sobre toda clase de cosas: es forma de vida del hombre primitivo.

El hombre mitológico, sintió que el mundo vive: supuso que, detrás de cada cosa material, había un espíritu semejante al suyo que la animaba; por lo que se explica que todo "mito" lleva en sí el reflejo del hombre mismo. A este respecto dice el sociólogo francés Reinach (1858-1932): "Podemos afirmar que el niño y el salvaje son animistas, es decir, que proyectan al exterior la voluntad que actúa en ellos; que las cosas que pueblan el mundo, en particular, los seres y las cosas que les rodean; gozan de vida y sentimientos semejantes a los suyos". Es la explicación del antropomorfismo. "Tan natural es al hombre el animismo, y tan difícil de desarraigar, que ha dejado huellas en el lenguaje de todos los pueblos y hasta en el de los individuos más civilizados en apariencia", añade el mismo autor.

e) En otro sentido, algunos sociólogos como el autor de "La Teoría de la Violencia" Georges Sorel, comparan el mito con "la ideología", "la utopía y la quimera". Aluden a los elementos psíquicos que incitan a las masas para la acción. Dicen, por ejemplo: "el mito de la huelga general", "el mito de la raza", "el mito de la sangre", "el mito de la nación", etc. En esta línea, el término "mito" sirve para designar "las elaboraciones de la conciencia colectiva" que no se basan en una realidad objetiva.

5. El mito y el marxismo

En una más amplia visión del mito y de la mitología, el Marxismo ve, en tales conceptos, creaciones populares que intentan generalizar y explicar los distintos fenómenos de la Naturaleza y de la Sociedad: en el mito y en la mitología, se encuentran muchos elementos de la concepción del mundo y de la vida, que se había formado el hombre primitivo, en las etapas iniciales de su existencia social. El mito va hermanado con la religión porque, en él, se dan muchos aspectos de lo sobrenatural; se crean y expresan, asimismo, concepciones morales y estéticas, lo cual, necesariamente, produce derivaciones encaminadas a la regulación de la conducta humana, y hacia la apreciación y expresión de la belleza.

El mito y la mitología son un producto de la fantasía: el hombre se explica, imaginariamente, los hechos de la Naturaleza y de la Sociedad, cuyas fuerzas y superioridad escapan a su dominio; pero cuando estos hechos pueden explicarse lógicamente, porque han sido sometidos al conocimiento concreto de la investigación científica, entonces el mito y la mitología desaparecen.

6. El mito y el Estado

El estado es definido de distintas maneras, pero, en esencia, tienen el mismo objeto: "una organización total de la Sociedad", "la organización jurídica de la Sociedad"; "la autoridad soberana que ejerce el gobierno de las cosas y de las personas dentro de un territorio nacional"; "el poder organizado de una nación"; "una de las formas históricas posibles y concebibles, por la que una comunidad política institucionaliza su unidad, y asume la responsabilidad de su destino nacional".

A esta figura social, jurídica e histórica, se le han atribuido varios elementos, cualidades o propiedades que invaden los linderos de lo mítico. Esos elementos, cualidades o propiedades son: eternidad, divinidad, consubstancialidad (a la naturaleza del hombre), inmanencia (en la esencia de todas las cosas, en el macrocosmos y en el microcosmos); inherencia total (en la esencia de la sociedad humana) anterior a las partes (individuo, familia, sociedad), realización objetiva de la idea, etc. La metafísica racionalista e idealista se ha enseñoreado justificando de la manera más acusiosa y refinada tales atributos. Y así el Estado ha pasado a ser considerado como una entidad mágica, mística y suprema que todo el mundo intuye como un demiurgo: un dios o un demonio, fantástico...

La investigación sociológica, económica, histórica y política de los pueblos, ha venido a demostrar que el Estado es un producto histórico de la sociedad que ha llegado a cierto grado de desarrollo y que, de elemento armonizador de las diferencias con que apareció, se ha convertido en instrumento de dominación por las clases poderosas con el doble objeto de mantener su superioridad y sus privilegios, con lo cual queda destrozada su pretendida esencia mítica.

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