CAPITULO II
LA ETERNIDAD DEL ESTADO
LA ETERNIDAD DEL ESTADO
1. La base económica del despotismo oriental
a) La primera figura del Estado aparece en la historia bajo la forma conocida con el nombre genérico de despotismo asiático o despotismo oriental. Los historiadores nos presentan esta forma de Estado desde Egipto, al noroeste de Africa, hasta el Japón pasando por todo el Asia. Este despotismo se caracteriza porque el monarca, llamado sátrapa, déspota, tirano, califa, rajá, maharajá, mandarín, etc. reclamaba impuestos cada tres o cuatro meses en el año como una especia de "renta de la tierra". Al cabo de este lapso los pelotones militares se presentaban en las comunidades rurales agrarias y despojaban a las familias de campesinos de todo lo que habían almacenado en aquel corto período. Se llevaban granos, heno, frutos, animales y solo les dejaban los instrumentos de trabajo y escasos medios de subsistencia. La tierra era de propiedad de las comunidades agrarias, pero el dueño de la soberanía territorial era el sátrapa.
b) Este sistema comenzó aproximadamente unos siete mil años A.C. y se perfiló definitivamente con el establecimiento de las dinastías gobernantes cuyo registro está bien establecido en las de los faraones, las de los acadios entre los cuales se cuenta la de Sargón, las de los babilonios entre los cuales se halla Hammurabi, las de los hindúes contra los cuales se rebeló Sidharta Gautama "El Budha", las de China que Confucio organizó con una burocracia obediente y las del imperio del Sol naciente que aún subsiste con el emperador Akihito.
c) Este régimen de gobierno despótico que ha durado casi nueve milenios ha tenido por base económica lo que los economistas han denominado "modo de producción asiático", que es una forma precapitalista que ha sido de difícil descomposición. Este sistema fue descubierto y escrito en sus memorias por el médico francés Francois Bernier, que fue el terapeuta de cabecera del Gran Mongol, que gobernó en Turquía Europea y Asiática, parte de Persia y el Turkestán de 1650 a 1700. Estas memorias fueron conocidas por Carlos Marx en 1852 y el 2 de junio escribía a Engels revelándole su asombro por la penetrante observación del galeno sobre el sistema de producción en que se desarrollaba la vida económica en aquellas regiones orientales. "He aquí" dice, "el secreto" de la milenaria "paz asiática" la "llave del cielo oriental", o sea el milagro de la inamovible mansedumbre del pueblo asiático.
En efecto: el modo de producción asiático se basa en el sistema de comunidades agrarias que "poseen colectivamente a perpetuidad la tierra y en donde tienen sus viviendas, sus pastizales, sus animales, sus bosques. Los campesinos son dueños del suelo que trabajan, en donde viven con sus familias y sus pertenencias, pero que no pueden vender ni enajenar de ningún modo. Propiamente el dueño es el monarca, el Gran Mongol, pero éste tampoco enajena esa tierra. De esa forma el campesino, o mejor dicho, la comunidad se halla tranquila y, segura y satisfecha; el sátrapa les da protección contra las invasiones de los nómadas y contra las penetraciones extranjeras. Por estas razones las comunidades no se rebelan contra las recaudaciones periódicas de impuestos.
Este sistema es similar al de los Incas, Chibchas, Maya-Quichés y Aztecas a la época del descubrimiento de América.
Algunas concepciones del Estado sobre esta base económica se estudian en los capítulos I y II de esta obra.
2. Culturas mágicas, mitológicas y religiosas
La doctrina de la eternidad del Estado descansa, sobre todo, en las tradiciones y leyendas mágicas, mitológicas y religiosas de la humanidad. Todas las teogonías de todos los pueblos primitivos, han sustentado la idea de la existencia de un ser supremo, alrededor del cual se prosternan, sometidos todos los demás dioses inferiores; idea que se proyecta, de la misma manera en la tierra en donde se ven las manadas de animales salvajes, como los lobos, sometidos a un jefe que es el más fuerte; en las abejas y las hormigas sometidas a una reina; y en las hordas de hombres primitivos sometidos al más poderoso de entre ellos.
Estas concepciones tuvieron su organización y sistematización cuando ya la sociedad humana, había llegado a un grado de desarrollo económico y social, que permitió el aparecimiento de una casta sacerdotal que organizó el culto; estableció ritos e impuso normas de convivencia, que designaban lugares o tareas específicas para unos que mandaban; otros que obligaban por la fuerza, al cumplimiento de las tareas y otros que, simplemente, obedecían por la sumisión y la impotencia.
Este comportamiento y estas creencias, son semejantes en todos los pueblos primitivos; cuyas culturas evolucionaron del tal manera, que luego impusieron, como patrones de civilización, a otros pueblos atrasados. Estas culturas mágicas, mitológicas y religiosas son, entre otras: la cultura védica en el Indostán, la órfica entre los griegos, la druídica entre los galos y celtas de Francia y España; los oráculos o misterios caldeos, la judáica de los hebreos, los gnósticos y neoplatónicos que se confundieron con los cristianos.
De estas ideas arrancó y se elevó la especulación filosófica, para establecer, por la vía de la sistematización racional, la justificación y existencia del Estado como concepto de poder, de orden y de jerarquía inherante a la naturaleza del hombre, que precisa de la sujeción y de la obediencia, conforme a una disposición eterna, para la realización de su vida en la tierra. Estas últimas concepciones se encuentran ya en las tesis de Aristóteles, San Dionisio el Areopagita, San Agustín, Santo Tomás de Aquino, Hegel, Duguic, Gierke y entre nosotros, el Salvadoreño Mauricio Guzmán. Hagamos una exposición breve de algunas de esas ideas y autores, por no ser necesario tratarlos todos ni en todo su contenido.
3. La cultura Védica
En la península del Indostán se desarrolló una de las culturas más viejas que conoce la historia de la humanidad. Se sabe que el primitivo pueblo indú, era el "wedda" que, desde muy temprano, se cruzó con otros elementos raciales como las tribus pigmeas de los drávidas y de los mundas de raza negra. Para el año 4500 A.C., los pueblos indúes estaban ya organizados en Estado Ciudad bajo el dominio de poderosos rajás o marajas. La tradición oral védica arranca, aproximadamente, de unos 7000 años A.C.; pero la escritura de sus libros sagrados, los Veda, comenzó a hacerse hasta el Siglo XI A.C., y terminó hasta el Siglo VIII A.C., siendo recopiladas cuatro colecciones denominadas: Rig Veda, Rama Veda, Atarva Veda y Brahma Veda.
Aproximadamente desde el año 2000 A.C., los arios pueblo indoeuropeo procedente de lo que ahora se conoce como Ucrania (Región suroccidental de Rusia) , en subsecuentes olas, invadieron la India por el norte y se apoderaron de todo el valle del Indo y del Ganges; estableciendo allí su dominación que quedó consolidada por el año 1600 A.C.
Estos arios que se llamaban a si mismos nobles o aristócratas, distinguidos, eran pastores y militares de raza blanca y allí se hicieron agricultores; impusieron a los pueblos conquistados una división social en castas; estableciendo la denominada cultura brahamánica, cuya base es la doctrina del "brahamanismo" o culto a Brahama.
La división social es la establecida o descrita en el llamado Código de Manú.
El resumen del Brahamanismo se puede apreciar en la doctrina del Brahaman Atmán, que condensamos así:
Los términos "Brahaman" y "Atmán" revelan dos conceptos fundamentales, opuestos y recíprocos a la vez. "Brahaman" significa el principio supremo y único del mundo, incluso superior al propio "ser". Su significado etimológico se encamina hacia la idea de crecimiento espontáneo, por sí mismo y desde sí mismo: Es la fuente inagotable de lo real. "Atmán" significa la realidad interior o el yo íntimo del individuo humano; fuente inagotable de la vida de éste. En su sentido etimológico expresa la idea de "hálito", "respiración".
En el transcurso del tiempo y según el sentido de las interpretaciones, estos dos conceptos, fueron superponiéndose de tal modo, que ahora no se habla de ellos por separado sino que unidos "Brahamán Atmán", formando un solo concepto integrado en sí mismo, o sea que el "Brahamán" es "Atmán" y viceversa; se trata de un absoluto que se encuentra tanto en el fondo del universo o cosmos, como dos caras de una misma realidad Suprema, o Causa Suma de todo. De esta realidad surgen las demás realidades.
De este concepto surge la idea de "Aquello o ésto", o lo que es lo mismo "Así como es arriba es abajo"; de donde ha emanado el concepto de la racionalidad de la organización social en "castas" permanentes, y un "poder", eterno e inmanente, que gobierna todas las cosas y se refleja en todas ellas: el sistema solar, la constitución de una planta, de una flor, de un hombre, etc.
4. La mitología y el orfismo en Grecia
El mito es una fábula o leyenda que, por tradición oral, se ha transmitido de generación en generación, en todos los pueblos primitivos; y cada pueblo tiene sus mitos propios. La mitología griega es rica y bella en sus leyendas de esta clase; como un reflejo fantástico de sus dirigentes, hay dioses primitivos (el caos, la eternidad, el destino, etc.) auxiliares, héroes, semidioses, dioses subalternos; y héroes míticos. Toda esta jerarquía revela la organización social de los griegos cuando ya estaban en la etapa superior gentilicia, en la barbarie superior, en las proximidades de la civilización. Dentro de este contexto, la sociedad griega mejoró sus técnicas productivas, siendo la aparición de las clases sociales y la esclavitud, una de las principales consecuencias de éste desarrollo.
La clase aristocrática gentil que devino en clase poseedora; sustentó y fomentó el culto de los dioses, así como la creencia de que el alma era una substancia corporal que se perpetuaba después de la muerte. El orfismo se opone a ésta creencia. Esta doctrina aparece en el Siglo VIII y se desarrolla hasta el Siglo VI A.C., sobre la base de los himnos órficos, del poeta y músico mitológico Orfeo, quien hechizaba con sus poemas y su música. El poeta, según las leyendas populares, apareció en Tracia en el Siglo XVI A.C., siendo hijo de Eagro, rey de Tracia y de la ninfa Calíope (por tanto Orfeo era un semidios), cuyos ascendientes eran Apolo (Helios, el sol) y Clío (Musa de la historia).
El orfismo se fundamenta en el culto de Dionisos, dios de la alegría y del ímpetu creador de la primavera. Este dios era hijo de Zeus y había sido muerto por los Titanes; pero su corazón, rescatado por Atenea, fué entregado a Zeus, quien se lo comió. De las cenizas de Dionisos fueron creados los hombres quienes tuvieron la maldad de los Titanes y la bondad de Dionisos; Zeus volvió a crear a Dionisos, y al restaurarse el culto a Dionisos, el orfismo expresó la idea de que el cuerpo pertenecía a los amos, a los señores, que ya eran esclavistas, y que el alma iba a gozar de la felicidad a ultratumba, oponiéndose a la primitiva creencia.
Estas ideas tuvieron mucha influencia en Pitágoras, Platón y Empédocles, en el neoplatonismo, el gnosticismo y en el cristianismo.
5. El pensamiento político entre los antiguos griegos
Ya hemos visto la influencia que los himnos órficos ejercieron en el sentimiento religioso y político de los griegos, desde el Siglo VIII A.C..
Ya desde entonces estaban establecidos los Estados Ciudad, cuyo ejemplo es clásico en la literatura política universal. Sin embargo, no estaba, todavía, redactada la teoría política abstracta que más tarde elaborarían la mayéutica de Sócrates, condensada en los libros de Platón y las geniales sistematizaciones de Aristóteles. Antes de la elaboración de estas teorías se verificaron, en la praxis política del Siglo V A.C., las grandes luchas sociales que determinaron la imposición definitiva del Estado Ciudad causando la desintegración de la comunidad gentilicia.
El pensamiento fundamental que hay en la idea griega del Estado Ciudad, es la "armonía" de una vida compartida por todos los miembros de la comunidad que el Estado abarca. Solón de Atenas decía que sus leyes elaboradas por él produjeron la armonía, el equilibrio entre ricos y pobres; por ellas, cada una de las partes recibe lo justo.
Las ideas de armonía y proporción aparecieron en el pensamiento griego, desde los inicios de la filosofía. Anaximandro trato de describir a la naturaleza como un sistema de propiedades contrapuestas, (por ejemplo frío calor) separadas por una substancia neutra subyacente. La armonía o proporción es uno de los principios últimos de todos los intentos de formular una teoría del mundo físico. Heráclito decía: "El sol no rebasará sus medidas; que si las rebasare, las Erinias, servidoras de la Justicia, sabrían encontrarlo". Pitágoras enseñaba que la armonía y la proporción eran principios básicos en la música, la medicina, la física y la política.
Estos conceptos de armonía o proporción, de medida, pasaron a las concepciones estéticas y éticas, de modo que, tanto la moral como la política, se vieron inundadas de teorías sobre la proporcionalidad en la belleza, la justicia en los actos de gobierno y la moderación en las costumbres. Eurípides, el gran poeta trágico escribió: "La ley de la naturaleza del hombre es la igualdad".
6. El Druidismo
Los druidas formaban el sacerdocio de los celtas galos (Francia, España y Bretaña). Los celtas eran una raza de origen indo europeo y emigraron desde la Ucrania (Rusia) o del Cáucaso, aproximadamente unos 2000 años A.C. La palabra druida deriva de una voz sanscrita "drus" que quiere decir encina, o "dru vid" que significa vidente. La secta sacerdotal se dividía en tres clases: la de los novatos, aspirantes a la dignidad sacerdotal; la de los bardos, cantores de alabanzas de los dioses; y la de los darvidin, ministros del culto que, además, ejercían las funciones judiciales y la medicina e instruían a la juventud. Esta secta implantó una verdadera teocracia entre los galos, bretones e iberos. Fueron legisladores y jueces que tenían una autoridad incontestable.
Hacían la paz y la guerra; deponían a los magistrados y a los reyes; imponían penas y se constituían en censores respecto de los particulares. Estaban exentos del servicio militar; tenían el monopolio de los sacrificios, tanto públicos como privados y excomulgaban a los que descartaban sus sentencias, excluyéndolos de las ceremonias religiosas. En cuanto a sus doctrinas, tenían una teología secreta y adoraban a un dios ignoto; cuyas alabanzas cantaban en los bosques sagrados, acompañandose con los sones de sus arpas de oro, de noche, a la claridad de las antorchas, creían en la vida futura y en la transmutación de las almas. Tal creencia se hizo popular y tan arraigada estaba entre los galos, que no vacilaban en dar cantidades de préstamo pagaderas en la otra vida.
La enseñanza pública de los druidas se cifraba en la explicación de la genealogía, atributos y funciones de los dioses, así como en la de diversos medios de explicar su ira y conocer su voluntad. El sistema moral comprendía tres principios fundamentales, a saber: adorar a los dioses, no hacer mal y ser valiente. Observaban el orden celestial y lo aplicaban al orden terrenal.
7. El pensamiento racional de Aristóteles (384-322 A.C.)
Rompe con las doctrinas mítico religiosas tradicionales con respecto al Estado, y trata de justificar la existencia de éste, de acuerdo con el orden de la naturaleza. "El hombre, dice , es un ser social por naturaleza (zoon politikón) y el Estado tiene por base la atracción de los hombres hacia la vida en común". Esta atracción organiza, primero, la familia, después los poblados y por último el estado. "El estado, dice , es la forma más perfecta de la vida en común; una forma en la que se crean las condiciones para una vida perfecta, que se basta a sí misma". El Estado es una asociación de hombres libres; los esclavos y los artesanos no forman parte de él. "El estado es una forma necesaria y eterna de la vida en común, de la cual los hombres nunca, bajo ningún pretexto, podrán prescindir".
8. San Dionisio de Atenas
LLamado el Areopagita (Siglo I D.C.), fué una autoridad eclesiástica de los primeros tiempos del cristianismo y ocupó el primer obispado de Atenas. Fué respetado por su vasto conocimiento, lo mismo que por sus buenas costumbres de vida, lo cual hizo que la gente le guardase veneración y respeto.
Se le atribuyen a él, cuatro tratados y diez cartas de contenido místico religioso basados en las ideas del cristianismo, conocidos en la literatura filosófica con el nombre de los "Areopagíticos". Estos tratados ejercieron una poderosa influencia en toda la literatura teológica de la Edad Media hasta el Renacimiento (Siglo XV D.C.).
4. La mitología y el orfismo en Grecia
El mito es una fábula o leyenda que, por tradición oral, se ha transmitido de generación en generación, en todos los pueblos primitivos; y cada pueblo tiene sus mitos propios. La mitología griega es rica y bella en sus leyendas de esta clase; como un reflejo fantástico de sus dirigentes, hay dioses primitivos (el caos, la eternidad, el destino, etc.) auxiliares, héroes, semidioses, dioses subalternos; y héroes míticos. Toda esta jerarquía revela la organización social de los griegos cuando ya estaban en la etapa superior gentilicia, en la barbarie superior, en las proximidades de la civilización. Dentro de este contexto, la sociedad griega mejoró sus técnicas productivas, siendo la aparición de las clases sociales y la esclavitud, una de las principales consecuencias de éste desarrollo.
La clase aristocrática gentil que devino en clase poseedora; sustentó y fomentó el culto de los dioses, así como la creencia de que el alma era una substancia corporal que se perpetuaba después de la muerte. El orfismo se opone a ésta creencia. Esta doctrina aparece en el Siglo VIII y se desarrolla hasta el Siglo VI A.C., sobre la base de los himnos órficos, del poeta y músico mitológico Orfeo, quien hechizaba con sus poemas y su música. El poeta, según las leyendas populares, apareció en Tracia en el Siglo XVI A.C., siendo hijo de Eagro, rey de Tracia y de la ninfa Calíope (por tanto Orfeo era un semidios), cuyos ascendientes eran Apolo (Helios, el sol) y Clío (Musa de la historia).
El orfismo se fundamenta en el culto de Dionisos, dios de la alegría y del ímpetu creador de la primavera. Este dios era hijo de Zeus y había sido muerto por los Titanes; pero su corazón, rescatado por Atenea, fué entregado a Zeus, quien se lo comió. De las cenizas de Dionisos fueron creados los hombres quienes tuvieron la maldad de los Titanes y la bondad de Dionisos; Zeus volvió a crear a Dionisos, y al restaurarse el culto a Dionisos, el orfismo expresó la idea de que el cuerpo pertenecía a los amos, a los señores, que ya eran esclavistas, y que el alma iba a gozar de la felicidad a ultratumba, oponiéndose a la primitiva creencia.
Estas ideas tuvieron mucha influencia en Pitágoras, Platón y Empédocles, en el neoplatonismo, el gnosticismo y en el cristianismo.
5. El pensamiento político entre los antiguos griegos
Ya hemos visto la influencia que los himnos órficos ejercieron en el sentimiento religioso y político de los griegos, desde el Siglo VIII A.C..
Ya desde entonces estaban establecidos los Estados Ciudad, cuyo ejemplo es clásico en la literatura política universal. Sin embargo, no estaba, todavía, redactada la teoría política abstracta que más tarde elaborarían la mayéutica de Sócrates, condensada en los libros de Platón y las geniales sistematizaciones de Aristóteles. Antes de la elaboración de estas teorías se verificaron, en la praxis política del Siglo V A.C., las grandes luchas sociales que determinaron la imposición definitiva del Estado Ciudad causando la desintegración de la comunidad gentilicia.
El pensamiento fundamental que hay en la idea griega del Estado Ciudad, es la "armonía" de una vida compartida por todos los miembros de la comunidad que el Estado abarca. Solón de Atenas decía que sus leyes elaboradas por él produjeron la armonía, el equilibrio entre ricos y pobres; por ellas, cada una de las partes recibe lo justo.
Las ideas de armonía y proporción aparecieron en el pensamiento griego, desde los inicios de la filosofía. Anaximandro trato de describir a la naturaleza como un sistema de propiedades contrapuestas, (por ejemplo frío calor) separadas por una substancia neutra subyacente. La armonía o proporción es uno de los principios últimos de todos los intentos de formular una teoría del mundo físico. Heráclito decía: "El sol no rebasará sus medidas; que si las rebasare, las Erinias, servidoras de la Justicia, sabrían encontrarlo". Pitágoras enseñaba que la armonía y la proporción eran principios básicos en la música, la medicina, la física y la política.
Estos conceptos de armonía o proporción, de medida, pasaron a las concepciones estéticas y éticas, de modo que, tanto la moral como la política, se vieron inundadas de teorías sobre la proporcionalidad en la belleza, la justicia en los actos de gobierno y la moderación en las costumbres. Eurípides, el gran poeta trágico escribió: "La ley de la naturaleza del hombre es la igualdad".
6. El Druidismo
Los druidas formaban el sacerdocio de los celtas galos (Francia, España y Bretaña). Los celtas eran una raza de origen indo europeo y emigraron desde la Ucrania (Rusia) o del Cáucaso, aproximadamente unos 2000 años A.C. La palabra druida deriva de una voz sanscrita "drus" que quiere decir encina, o "dru vid" que significa vidente. La secta sacerdotal se dividía en tres clases: la de los novatos, aspirantes a la dignidad sacerdotal; la de los bardos, cantores de alabanzas de los dioses; y la de los darvidin, ministros del culto que, además, ejercían las funciones judiciales y la medicina e instruían a la juventud. Esta secta implantó una verdadera teocracia entre los galos, bretones e iberos. Fueron legisladores y jueces que tenían una autoridad incontestable.
Hacían la paz y la guerra; deponían a los magistrados y a los reyes; imponían penas y se constituían en censores respecto de los particulares. Estaban exentos del servicio militar; tenían el monopolio de los sacrificios, tanto públicos como privados y excomulgaban a los que descartaban sus sentencias, excluyéndolos de las ceremonias religiosas. En cuanto a sus doctrinas, tenían una teología secreta y adoraban a un dios ignoto; cuyas alabanzas cantaban en los bosques sagrados, acompañandose con los sones de sus arpas de oro, de noche, a la claridad de las antorchas, creían en la vida futura y en la transmutación de las almas. Tal creencia se hizo popular y tan arraigada estaba entre los galos, que no vacilaban en dar cantidades de préstamo pagaderas en la otra vida.
La enseñanza pública de los druidas se cifraba en la explicación de la genealogía, atributos y funciones de los dioses, así como en la de diversos medios de explicar su ira y conocer su voluntad. El sistema moral comprendía tres principios fundamentales, a saber: adorar a los dioses, no hacer mal y ser valiente. Observaban el orden celestial y lo aplicaban al orden terrenal.
7. El pensamiento racional de Aristóteles (384-322 A.C.)
Rompe con las doctrinas mítico religiosas tradicionales con respecto al Estado, y trata de justificar la existencia de éste, de acuerdo con el orden de la naturaleza. "El hombre, dice , es un ser social por naturaleza (zoon politikón) y el Estado tiene por base la atracción de los hombres hacia la vida en común". Esta atracción organiza, primero, la familia, después los poblados y por último el estado. "El estado, dice , es la forma más perfecta de la vida en común; una forma en la que se crean las condiciones para una vida perfecta, que se basta a sí misma". El Estado es una asociación de hombres libres; los esclavos y los artesanos no forman parte de él. "El estado es una forma necesaria y eterna de la vida en común, de la cual los hombres nunca, bajo ningún pretexto, podrán prescindir".
8. San Dionisio de Atenas
LLamado el Areopagita (Siglo I D.C.), fué una autoridad eclesiástica de los primeros tiempos del cristianismo y ocupó el primer obispado de Atenas. Fué respetado por su vasto conocimiento, lo mismo que por sus buenas costumbres de vida, lo cual hizo que la gente le guardase veneración y respeto.
Se le atribuyen a él, cuatro tratados y diez cartas de contenido místico religioso basados en las ideas del cristianismo, conocidos en la literatura filosófica con el nombre de los "Areopagíticos". Estos tratados ejercieron una poderosa influencia en toda la literatura teológica de la Edad Media hasta el Renacimiento (Siglo XV D.C.).
Hay que hacer constar, sin embargo, que posteriores investigaciones científicas han puesto en claro que estos tratados y cartas no fueron escritos ni por San Dionisio ni por Pedro de Iberia, Obispo de Georgia (el primitivo nombre era Iberia), que vivió con mucha posterioridad a San Dionisio. La base crítica de esta refutación se sostiene en dos puntos básicos: uno, que está cargado de ideas neoplatónicas que no habían tenido beligerancia en el Siglo I; otra es que, durante los primeros siglos del cristianismo, nunca fueron citados los tratados y las cartas por los autores eclesiásticos; y otra tesis en contra es que describe ya, en toda su arquitectura, la pujante organización eclesiástica que se impuso, sin reservas, durante más de mil quinientos años. Los tratados son los siguientes: De los nombres Divinos; Jerarquía Celeste; Jerarquía Eclesiástica y Teología Mística.
Los Areopagíticos medioevales presentan el cristianismo de un modo sistemático. El centro del ser es la divinidad incognoscible; de él se desprenden, en todos los sentidos, emanaciones luminosas que decrecen gradualmente, a través del mundo de los ángeles y de la zona de la Iglesia, hasta las personas y cosas corrientes. En síntesis, la jerarquía eclesiástica es un reflejo de la jerarquía celeste. Estos documentos fueron una fuente obligada en todas las corrientes de la filosofía medioeval.
9. San Agustín de Hipona
Fué el Obispo de la ciudad de Hipona y uno de los más grandes representantes de la Patrística; uno de los grandes padres de la Iglesia. Entre sus tesis se destaca la idea del ordo u orden, sosteniendo que es uno de los atributos que hace que todo lo creado por Dios sea bueno. Dios ha creado las cosas según su forma, medida y orden; considerando a éste último como una perfección.
El orden, desde el punto de vista metafísico, significa la subordinación de lo inferior a lo superior, de lo creado al Creador. Si lo inferior se rebelara contra lo superior no habría orden, sino "desorden", caos. Santo Tomás de Aquino, siguiendo a San Agustín, dice que: "El orden es una determinada relación recíproca de las partes".
En su tiempo, todas estas ideas sirvieron para darle fundamento a la idea de jerarquía, de gobierno, y en consecuencia, del Estado; y sobre todo del Estado Eclesiástico, concebido como eterno tal como lo es el orden de la naturaleza.
En la época moderna, Hegel concibe el Estado: "como una imagen y realización de la idea moral, de la razón" y lo considera como eterno. Adelante se desarrollará el planteamiento de Hegel.
10. Un escritor salvadoreño
En su obra "La Política en la Ciudad del Hombre", Mauricio Guzmán, expone y defiende dos tesis que pertenecen al campo de la filosofía jurídica y la filosofía política, a saber: la teoría de la perpetuidad del Estado y la teoría sobre una ley metafísica de "la obediencia", que rige los actos humanos dentro del Estado, es decir, entre gobernantes y gobernados.
En cuanto a la primera doctrina, dice el autor, en el primer párrafo del Capítulo I (El problema de la Justificación del Estado): "En la inagotable perennidad del tiempo y del espacio, hubo un día en que el hombre se asomó a la existencia y, cuando el recuerdo de ésta pudo ser transmintido a la posteridad en forma precisa, ordenada y verídica, nació la historia y con ella el estado. "Con razón se ha dicho que no hay historia sin Estado".
En el segundo y tercer párrafo, continúa: "Desde entonces el hombre ha sido sujeto del amor y del odio; ha adorado a Dios o se ha vuelto hacia él, irreverente o en abierta rebelión;..... todo lo ha soñado o vivido bajo la permanente organización del Estado."
Inmediatamente pasa el autor a demostrar las diversas teorías que han tratado de justificar la existencia del Estado, en su relación con el destino humano, y en su singular naturaleza de fenómeno social de dominación:
a) como obra de Dios;
b) como producto de la naturaleza;
c) como organización mantenida por los más fuertes;
d) como institución conceptual;
e) como instrumento de dominación en manos de la clase dominante, etc.
Desde la teoría trascendente (divina) hasta la teoría concreta del materialismo histórico, pasando por Aristóteles, Rousseau, Spengler, Jellinek, Nietzche, hasta el anarquismo; Guzmán describe el momento crítico actual que confronta el Estado ante las doctrinas que proclaman su disolución por consunción, como el marxismo o su extinción violenta de la mañana a la noche, como el anarquismo.
Denuncia Guzmán, el hecho de que, en los últimos siglos de la era cristiana, la justificación de la organización estatal ha sido objeto de una "metafísica política" adversa...; y, hoy día, es el tema decisivo de la civilización, pues se está llegando a hacer conciencia en el sentido de abolir el Estado; lo cual precipitaría a la humanidad en una desgracia sin parangón en la historia". "La crísis comenzó desde Rousseau, es decir, desde los albores del capitalismo, o mejor dicho, del liberalismo, hasta el socialismo científico preconizado por Marx, Engels, Lenin y Stalin, que, al acabar las clases sociales; sustituirá el gobierno de los hombres por la administración de las cosas". En este punto se duele el autor citado que eminentes juristas como León Duguit, famoso profesor francés antimarxista, "quien ayudado de la metafísica jurídica", concluye que el fenómeno de la subditancia (del sometimiento al Estado), no tiene justificación racional; "que es imposible demostrar que determinado fenómeno o número de hombres, tenga derecho a imponer su voluntad a los demás asociados".
Esta crísis se revela, en última instancia, en la doctrina anarquista que, en su modalidad católica, sostiene "que el bien público bien común, en éste caso podrá ser alcanzado sin el Estado, sin autoridad que encause los esfuerzos particulares, sin gobernantes, por medio de comunidades libres solamente; en las cuales el interés personal del individuo será la única ley".
Ante esta catástrofe real, objetiva, opina Guzmán, que la existencia de la autoridad política se debe..."a un imperativo del mismo fenómeno social, a una ley social que impulsa al hombre a la asociación, con igual fuerza que la ley de la gravitación universal imprime a las cosas del espacio; igual que las células a formar tejidos y organismos o que los átomos a integrar toda la materia en todas sus manifestaciones".
Esta es, la ley Universal del Movimiento que, en el campo social, se le llama "Sinergía Social", en cuya virtud, el hombre erige sus instituciones (familia, horda, tribu y en fin el Estado), por lo cual, sostiene Guzmán, "para generalizar", que el fenómeno político o el principio de autoridad, son una consecuencia lógica de la "Sinergía Social".
Del razonamiento anterior que hemos procurado resumir en la forma más completa el autor desprende dos conclusiones: 1) La existencia de una "Ley de la Obediencia", exclusiva del hombre como ser social; y 2) La eternidad del Estado. Dejaremos para otras reflexiones la primera conclusión y nos detendremos, por ahora, sobre la segunda que expresa así el autor:
"Concluyo, pues, que la existencia del Estado no está subordinada al mecanismo de ningún proceso dialéctico o ley del pensamiento, y que menos aún, podrá ser destruido con argucias filosóficas, o por la taumaturgia caprichosa de un partido único y omnímodo; pues la constancia de sus elementos estructurales y el invariable comportamiento de éstos, lleva a la conclusión de que, su esencia está vinculada al ordenamietno primario, rígido e inmutable del cosmos".
Veamos como Guzmán, se contradice en sus dos aseveraciones: En la primera premisa afirma: que el hombre se asomó a la existencia (es decir, apareció como ser viviente); y luego "cuando el recuerdo de su existencia pudo ser transmitido a la posteridad en forma precisa, ordenada y verdadera, nacio la historia y con ella, el Estado". Según el tenor de estas expresiones, el hombre fué, en primer término, y así lo es, lógicamente un ser animal, un ser biológico que obraba instintivamente como cualquiera otra especie del mundo zoológico; y hasta más tarde, humanizado por el trabajo, deja los recuerdos de su paso sobre la faz de la tierra, haciendo así historia; el Estado y en general la cultura como fruto específico suyo.
Cabe entenderse que, en los primeros años de su existencia, no hubo ni casas, ni ciudades, ni instrumentos de trabajo, ni mucho menos historia; ni Estado, ni derecho, y que estos dos fenómenos sociales últimamente dichos, son el producto de una larga evolución y transformación cultural del Homo Sapiens. En consecuencia, el Estado como ente histórico y cultural, ha tenido su principio, y, naturalmente, tendrá su fin cuando ya no sea necesario como medio de dominación.
El autor de que se trata, admite la perennidad inagotable del espacio, del tiempo y la ley universal del movimiento. Y como consecuentemente debe admitir tiene que admitirlo , el cambio eterno. La perennidad consiste en que una cosa o fenómeno no tenga principio ni fin: esa perennidad es la eternidad en el tiempo y la infinitud en el espacio. Lo que es evidente para el razonamiento, es que no puede hallarle principio ni fin al ser; ni al movimiento que engendra los cambios en el ser, ni estos cambios que son inherentes a él.
Estas son las únicas cosas o fenómenos eternos. Los demás accidentes del cosmos (las nebulosas, los sistemas solares, los planetas, la tierra, el hombre y su cultura, y en consecuencia el Estado, etc.) son series de hechos que tuvieron un primer momento, en una primera unidad, una primera forma y que forzosa y necesariamente, tendrán una última etapa, un término, un fin.
Guzmán, confunde la cohesión física o química de la materia, de los átomos, del mundo inorgánico, con el Estado, al afirmar que su esencia pertenece al ordenamiento primario, rígido e inmutable del cosmos. Porque realmente, antes de que hubiera Estado, antes de que fuera inventado como una forma superior de organización de un conglomerado social, existieron otras organizaciones naturales inferiores que ya hemos mencionado: formas inferiores que no eran ni podrán ser la esencia del Estado. Este es un aparato de dominación sobre una población y territorio determinados, con gobernantes, con cuerpos de policía, con cárceles, con cobradores de impuestos, etc., distinto, también, de otros organismos como las sociedades anónimas, las cooperativas, etc., regidas bajo el mismo principio de la asociación.
El movimiento constituye el modo de ser de la materia; es la manera de manifestarse, de existir; su atributo, el cual incluye, en sí, todos los procesos de las cosas, fenómenos que se dan en la naturaleza y en la sociedad.
En el mundo todo está en movimiento. Aparentemente algunas cosas tienen una naturaleza o consistencia fija; pero esa estabilidad aparente no es más que una forma de movimiento que se llama reposo, siendo este relativo. Todo movimiento es infinito, inagotable y complejo. Existen múltiples formas de movimientos como seres hay en el tiempo y en el espacio; que son los otros aspectos absolutos en que se expresa el ser. Todo movimiento es un proceso de acción recíproca, de interacción, de contrarios, de elementos que luchan entre sí, lo que determina el cambio; el desarrollo y la degeneración, la asimilación y la desasimilación, la asociación y la disociación, etc. Esto es, todo el movmiento es dialéctico, contradictorio.
El cambio en general, es la transformación de objetos materiales; fenómenos sociales en el curso de su desarrollo o decadencia, abarcando todo paso de un Estado a otro. Es la forma más amplia de revelarse el movimiento. Lo permanente no es un ordenamiento primario, rígido e inmutable como ley cósmica sin lo movible, lo cambiante, como ley general del universo.
Por eso, cuando Guzmán admite, por una parte, el movimiento y luego niega la dialéctica que es inherente a aquel; y cuando acepta el movimiento que implica el cambio y acepta, a la vez, una esencia inmutable y rígida, se contradice fundamentalmente, negando en su totalidad, la base filosófica y doctrinaria de su teoría de la eternidad del Estado.
De lo expuesto inferimos las siguientes conclusiones:
a) Los únicos absolutos son la energía, la materia, el espacio, el tiempo, el movimiento y el cambio dialéctico como forma del ser.
b) El hombre y su cultura son seres históricos y contingentes.
c) El Estado es un producto de una larga evolución cultural, nacido al choque de los intereses opuestos de la Sociedad, y utilizado como instrumento de dominación de una clase sobre las otras clases sociales.
d) Al desaparecer las clases sociales, desaparecerá el Estado que será sustituido por otras formas de organización, adecuadas a las nuevas condiciones engendradas por el cambio, en el devenir histórico, del hombre y de la sociedad humana.
e) La historia no desaparece con la extinción del Estado, pues éste no es el único hecho notable en el acontecer humano; antes del Estado está la prehistoria, o historia no escrita que registra novedosos acontecimientos, como la invención del arco y la flecha, la rueca de hilar, el hacha de piedra, la organización gentilicia, etc., por loque se supone que, al extinguirse el Estado, el hombre seguirá proyectándose en las obras creadoras de su trabajo.
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